Un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) desarrolló una tecnología basada en plantas capaz de contrarrestar los efectos contaminantes de los procesos productivos derivados de la minería.
A pesar de que otras industrias han cobrado fuerza en las últimas décadas, la actividad minera continúa siendo la médula espinal de nuestra economía y la más importante en términos de inversiones extranjeras. Sin embargo, los procesos productivos involucrados en el sector son causantes de grandes problemas medioambientales. Según datos de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), la industria del cobre pasó de 4,4 millones a 4,8 millones de toneladas de CO2 entre 2011 y 2012, lo que ha causado que en una década la minería aumente sus emisiones en 65%, alcanzando sólo este año un alza el 9% del CO2 emitido a la atmósfera.
En un nuevo esfuerzo por combatir estos nocivos efectos, un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago de Chile(USACH) desarrolló una tecnología basada en plantas capaz de contrarrestar los efectos contaminantes de la explotación minera.
Claudia Ortiz, miembro del equipo científico a cargo del proyecto, explicó a los medios que se trata de un proceso llamado “fitoestabilización”, consistente en sembrar plantas con la capacidad de retener los elementos contaminantes en presas de sedimentación de desechos mineros.
De esta forma se logra que las partículas de residuos de la industria extractiva queden atrapados en las raíces de los vegetales y no se propaguen a causa del viento, ya que esto afecta a determinados ecosistemas e incluso a la salud humana, aseguró la experta.
Estas plantas tienen la capacidad de incorporar parte de estos residuos minerales a su fisiología, atrayendo una gran cantidad de partículas que quedan adheridas a sus raíces y no dispersándose por el aire generando polución.
Si bien esta tecnología ya se aplica en las empresas estatales Codelco y Enami, los científicos esperan exportarla a países que sufren problemas similares como Bolivia, Colombia y Canadá.
Fuente: Universia