“Gracias a la alta demanda por plata y cobre, la actividad minera en Alemania pasó a ser el sector económico más importante del país después de la agricultura.”
La caída del Imperio Romano marca el comienzo de la Edad Media, que se caracteriza por la decadencia de la zona al este y la continuidad del floreciente Imperio Bizantino. Europa Occidental perdió el estándar de vida alcanzado durante el antiguo Imperio; el comercio se restringió a un mínimo y las faenas mineras desarrolladas por los romanos en el sur de España y en Inglaterra desaparecieron.
La ciencia y la cultura romana sobrevivieron al amparo de las iglesias y conventos y renacieron, nuevamente, con el resurgimiento de la actividad económica en las nuevas ciudades y la ampliación del comercio entre ellas a partir del siglo XII. Si bien el hecho político más conocido son las cruzadas, en el campo cultural y científico se crearon las primeras universidades y en lo económico surgieron los bancos y la letra de cambio. El comercio europeo con el mundo árabe se llevaba a cabo a través de las ciudades italianas de Venecia, Florencia y Génova.
La demanda por productos orientales como seda y especias era alta, pero Europa no tenía muchos productos de lujo o de alto valor que ofrecer, y la exportación de materias primas, en general, no era rentable por los altos costos de flete. Fueron los productos mineros como la plata, el cobre, bronce y el latón los que constituyeron los principales objetos europeos que permitieron el intercambio con el floreciente mundo islámico.
La plata y el cobre fueron producidos principalmente en Alemania. El estaño provenía de Gales y el latón se fabricaba en Dinant (Bélgica) y después en Aquisgrán (Alemania). Gracias a la alta demanda por plata y cobre, la actividad minera en Alemania pasó a ser el sector económico más importante del país después de la agricultura. La plata, en aquella época, era altamente cotizada y su precio fluctuaba entre un 10% y un 12% del valor del oro y era la base de los sistemas monetarios de todos los reinos, ducados y ciudades independientes de la época. Dado que entre los siglos X y XIV el comercio mediterráneo estaba en manos árabes, también la banca internacional y el comercio del oro fueron controlados por ellos. El oro provenía de África Occidental (Ghana, Mali) y llegaba al Mediterráneo a través de caravanas que atravesaban el desierto de Sahara por la ruta de Sudán. Este monopolio del oro fue uno de los factores que buscaron quebrar los portugueses (fuera del control comercial de las especias) en su afán de buscar una vía marítima al Oriente. En sus descubrimientos marítimos a mediados del siglo XV llegaron a las costas de Mali y al Reino de Akan (Ghana) y comenzaron a comercializar cobre, latón y vidrio contra oro y esclavos. Dado que el transporte marítimo era mucho más económico que el costo de las caravanas que requerían meses para atravesar los miles de kilómetros necesarios para llegar al Mediterráneo, el control del comercio del oro pasó rápidamente a manos portuguesas.
Uno de los principales productos exportados por los portugueses provenía de las minas de cobre de Alemania, Tirol y Hungría, que en los siglos XV y XVI estaban en manos de la casa comercial de los Fugger, financista del emperador Carlos V (Carlos I de España).
Este aspecto es importante mencionarlo ya que está directamente relacionado a temas históricos y de interés para nosotros. Un ejemplo es que en Europa fue excedentario en cobre a fines de la Edad Media y ésta es la razón por la cual los españoles no estaban interesados en este metal en América.
Carlos V concedió a la casa de los Fugger el monopolio del cobre, de la plata y del mercurio, lo que permitió elevar su precio, aumentar los impuestos y con ello devolver los cuantiosos préstamos adeudados por la casa real (ver Figura 1).
(Figura 1)
Metalúrgicamente cabe mencionar un gran adelanto en la refinación del cobre: el proceso de licuación. Los minerales de cobre de Alemania son altos en Ag y este valioso metal se concentraba en el cobre, sin poder ser recuperado.
En el siglo XIV descubren que agregando plomo al baño de cobre, la plata era absorbida por este metal y fácilmente separada al enfriar el baño. El plomo se oxidaba posteriormente, obteniéndose así plata pura. Este proceso de licuación fue uno de los principales usos del plomo en la Edad Media. Los usos del cobre durante este periodo se muestran en la figura N°2.
Se muestran básicamente objetos de culto, destacándose tres nuevos usos: la campana de bronce para los campanarios de las múltiples iglesias construidas en aquella época, el cañón de bronce descubierto en Italia en el siglo XIII y los instrumentos científicos y náuticos, confeccionados principalmente con latón. Cabe destacar las hermosas pilas de bautismo medievales y los portales de bronce de las catedrales, verdaderas obras maestras de aquella época que aún hoy asombran a los visitantes.
El cuadro N°2 muestra la forma en que el cobre fue usado: principalmente como bronce (Cu-Sn), pero ya el uso del latón (Cu-Zn) comienza a tener cada vez más presencia debido, especialmente, a los adelantos técnicos y a la creación de nuevos instrumentos científicos. En los siglos posteriores el latón pasará a ser la principal aleación del cobre.
El latón fue descubierto por los romanos, pero inicialmente su uso fue muy restringido por lo complejo y costoso de su proceso. Con el auge de las ciudades europeas también aumentó la demanda por esta aleación que se prestaba especialmente para objetos decorativos y religiosos. Las primeras producciones de latón en la Edad Media se remontan al siglo X en Dinant, Bélgica, zona rica en calamina, un carbonato de zinc que se usaba para la fabricación de latón. Esta zona metalífera de zinc y plomo se extendió hasta Aquisgrán y Colonia en Alemania.
Rápidamente los artesanos de Dinant se adueñaron del mercado y sus productos se hicieron famosos en toda Europa. La introducción de los martillos hidráulicos (siglo XV) en la molienda del mineral y en la forja del metal aumentó enormemente la eficiencia abaratando los costos. El cobre para la fabricación del latón provenía del Harz (Alemania) y de Falun (Suecia).
Los poderosos gremios eran muy celosos en proteger su oficio de metaleros y no ahuyentaban conflictos y guerras con ciudades rivales. Para proteger a sus artesanos incluso prohibieron el uso de los modernos martillos hidráulicos en el trabajo del metal, lo que no fue el caso de ciudades rivales como Aquisgrán y Stolberg, en Alemania. La consecuencia fue que en Dinant ya no pudo competir, sus mejores maestros emigraron y crearon en Stolberg, el nuevo centro de latón en Europa. La oposición a los adelantos técnicos finalmente terminó con el liderazgo de cuatro siglos de Dinant en el mundo del latón.
(Figura 2)