Chuquicamata cierra campamento con emotivo adiós

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El emblemático campamento cerró simbólicamente sus puertas en agosto, dejando en el recuerdo una época fundamental para la historia de la minería nacional.

Los fuegos de artificio que iluminaron el cielo de Chuquicamata la última noche de agosto intentaron poner algo de alegría a una emotiva jornada destinada a homenajear al emblemático campamento y a los miles de habitantes que alguna vez transitaron por sus calles. Sin embargo, para gran parte de las 30 mil personas presentes, no había mucho ánimo para festejar. Había más bien resignación por el fin de una era, algo de tristeza por la irremediable pérdida y también una buena cuota de nostalgia. Pero sobre todo recuerdos, muchos recuerdos.

Después de 92 años de existencia, Chuqui, como cariñosamente fue conocida por el mundo, cerró simbólicamente sus puertas, poniendo fin a una era y a una parte fundamental de la historia de la minería nacional. Razones medioambientales y de costo de operaciones obligaron a Codelco a terminar con el poblado, que alguna vez llegó a albergar a más de 20 mil personas.

Pero más allá de las razones técnicas, para los chuquicamatinos la cosa no es tan sencilla. Muchos de los que llegaron a despedir a su querido pueblo no encuentran consuelo frente al inevitable fin. Y peor aún, para ver cómo gran parte del campamento terminará sus días literalmente bajo tierra.

El acelerado crecimiento de la mina, ubicada a muy poca distancia del campamento, acercó peligrosamente las áreas de botadero a la zona urbana. Hasta que finalmente la convivencia del yacimiento y su emblemático campamento se hizo insostenible. El “entierro” del histórico hospital Roy E. Glover hace algunos años fue uno de los primeros indicios de lo que vendría.

El desalojo comenzó en 2001 y Codelco calcula que en la primera quincena de octubre terminará el traslado de las 300 familias que aún permanecen en el lugar.

Casco histórico

Después de la salida del último habitante del campamento, gran parte del pueblo quedará sepultado bajo cerros de piedras y tierra. Pero no todo está perdido. Codelco conservará el casco histórico de Chuqui como una forma de preservar la memoria histórica.

La idea es recuperar unas siete cuadras del centro cívico, donde está la calle del comercio, el Cine Chile, el Teatro Variedades, la Iglesia y otros edificios emblemáticos. Incluso en lo que fue el Liceo de hombres se proyecta abrir un Museo Minero Geológico, mientras que en el teatro se pretende construir una maqueta de cuatro por 10 metros que recree el campamento.

Y no es lo único que “se salvará”, pues las poblaciones Atacama, Turi y el colegio Chuquicamata (que también fue trasladado a Calama), serán acondicionadas para oficinas.

A estos inmuebles se suma el cementerio, que se mantendrá intacto para tranquilidad de los deudos y para los otros miles que bajo tierra, sólo quieren seguir descansando en paz en el campamento más representativo de la historia minera de Chile.